"La profesión debe tener un compromiso social con ciertos temas"


El periodista e investigador Norberto Asquini ofreció una charla sobre sus libros, dedicados al estudio del terrorismo de Estado en la provincia, en la última clase del taller. Fue un encuentro muy rico y profundo para los integrantes y disparó un largo debate después. La consigna, apenas terminó la disertación, hacer una crónica sobre los puntos centrales de lo que se conversó con este comunicador comprometido con los Derechos Humanos.

Autor de “Crónicas de fuego” y “Subzona 14” y parte de la redacción del diario “La Arena”, se reunió con los alumnos a principios de octubre. Durante su visita, se refirió al proceso de trabajo que hay detrás de cada obra y a los tiempos de la dictadura en La Pampa.

Nuestra provincia no fue una isla en aquel entonces, sino que tuvo los mismos problemas en los ‘70, que el resto del país, recordó durante su exposición. En líneas generales, la desaparición de los pampeanos se produjo entre 1975 y 1977, en las grandes ciudades, debido a que la mayoría de las víctimas eran estudiantes. Muchos de estos chicos eran militantes. “No hubo desapariciones en territorio de la provincia, pero se usó la misma metodología y servicios de información, que en otros lugares de la Argentina”, señaló.

La investigación de aquellos años ha tenido muchos altibajos. En algunas instituciones, se ha podido llegar con más facilidad a los datos, mientras que en otras aún existe una abrumadora burocracia.

Los diarios de la época se encontraban muy limitados a la hora de brindar información, sobre todo, después del Golpe de Estado de 1976. “Estaban muy politizados”, indicó el periodista. Este punto es un gran obstáculo para todo trabajo que se desee encarar sobre esta etapa de la vida de nuestro país.

Con la reivindicación de los Derechos Humanos, que se produjo con Néstor Kirchner en la presidencia, se tuvo acceso a otras instancias de información e, inclusive, hubo testimonios más abiertos. “Mucha gente se animó a contar lo que sabía”, relató Asquini.

Algunas claves

Más voces empezaron a hacer su aporte para esclarecer el pasado reciente, pero con esa apertura no es suficiente. “No hay resistencia a hablar del pasado, pero se debe conocer la posición presente del entrevistado, su formación intelectual, la coherencia que ha mantenido a lo largo del tiempo, su compromiso con los distintos sectores políticos y la forma en que elabora los acontecimientos sobre los que le estamos preguntando”.

Es importante contar con fuentes primarias y secundarias, en especial si se escribe sobre temas tan delicados como desapariciones, crímenes o denuncias policiales. “Son la materia prima en esta tarea: deben ser orales y escritas y contrastarse con el relato de otras personas y documentos después”. La fundamentación de los hechos es lo que otorga rigurosidad al trabajo del periodista, apuntó.

Ahora bien, es prácticamente imposible no asumir un posicionamiento frente a todo lo que se empieza a averiguar y conocer, advirtió el investigador en otro tramo de su charla. “Más allá de que nuestra labor exhiba todos los recaudos de objetividad necesarios, uno toma una postura ideológica y se sensibiliza con el tema”.

Iluminar la memoria

Asquini es autor de varios libros y ha colaborado en muchos otros, como la obra que editó la Universidad Nacional de La Pampa sobre su historia, en 2008, con motivo de su 50 aniversario. También, es editor del suplemento cultural “Caldenia” del diario “La Arena” y redactor de información general y columnista político en este matutino. Además, se encarga de los guiones del programa “Pasado Urgente”, que se emite por Canal 15.

Para el futuro, tiene varios proyectos, entre ellos, una investigación sobre la Revolución Libertadora. “Siempre que abordo una época, me intereso por el conflicto”, explica.

El periodista dio sus primeros pasos en la investigación, como estudiante de historia y siguió cuando ingresó a las redacciones. En este camino, hubo una figura central, Juan Carlos “Pinky” Pumilla, escritor y militante por los Derechos Humanos, con quien emprendió numerosos trabajos para iluminar la memoria de esta provincia y contribuir con la memoria social y colectiva.

A pesar de ser muy joven y que era un niño en los años de la dictadura, demostró el gran caudal de información que maneja sobre los ‘70 y la solidez que sostiene cada una de sus obras. “No soy un militante. Mi trabajo tiene que ver con la toma de conciencia: la profesión debe tener un compromiso social con ciertos temas”, dice Asquini y recupera en esta charla un principio tan cierto, como olvidado muchas veces en este oficio.

Griselda Divan, Silvia Rava, Marcelino Valiente, Elizabeth Rodríguez, Marta Yurk y José Abenante

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