“Adultos mayores”, apocalípticas e integradas


Es un tema que siempre enciende la polémica en los talleres. Ni gente grande, ni jubilados. Mucho menos, “viejos” o “abuelos”. A punto de convertirse en mala palabra, se encuentra “ancianos”. Nada convence a la hora de definir la etapa que va de los 50 años para arriba. Algunos conviven con las etiquetas sin inconvenientes. Pero hay un grupo creciente de detractores, que se resiste a toda denominación, que ponga en duda sus capacidades, sus ganas y su sabiduría. Seis mujeres se animan a analizar este momento de la vida y opinan sobre las formas más adecuadas de ponerle un nombre.


Dos preguntas, chicas. ¿Cómo recibieron la noticia de la jubilación? La otra: ¿Qué opinan de la denominación “adultos mayores”?

Silvia (60). “Llegué a esta etapa con mucha expectativa y con el deseo de volver a insertarme en la sociedad para no sentirme inútil”. Sobre la clasificación en discusión, dice: “No estoy de acuerdo porque me siento discriminada y me gustaría saber por qué nos pusieron ese título”.

Susana (63). “Jubilarme fue un regalo del cielo. Hago muchas actividades extra”. Para ella, que le digan “adulto mayor” le resulta “agresivo” y no le gusta.

María Rosa (65). “Me sentí liberada de mi obligación, debido a que en mi último año de trabajo tuve 35 horas cátedra”. Sobre las palabritas que incomodan, dice que las “patea”, pero reconoce que es “mayor”.

Mirta (67). “Retirarme fue fantástico, un verdadero jubileo, como lo indica la raíz del término. Además, me dio el tiempo para preparar el ajuar de mi segunda nieta, con toda la tranquilidad”. ¿Adultos mayores? “Lo digiero perfectamente”.

Alicia (67). “Me molestó que me jubilaran; es decir, que el gobierno decidiera por mí”. También se siente “discriminada”, con denominación en cuestión. “Adultos nos abarca a todos a partir de los 35 o 40 años”, explica.

Nora (58). “Todavía sigo trabajando de tarde, en la empresa de mi hija, una actividad que me permite pagar las expensas de mi departamento”. Para ella, lo de “adultos mayores” es también “discriminatorio” y no entiende a qué apunta esa clasificación. “No sé qué quieren diferenciar”.

Rosita López

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